Joan-Maria Raduà Hostench
ESTADOS DE OPINIÓN

Inteligencia artificial y derechos humanos

La humanidad a lo largo de la historia va evolucionando con cambios, innovaciones y avances en los diferentes ámbitos de la creación humana. La ciencia y la tecnología han sido motores de transformación y han propiciado tanto mejoras como empeoramientos de las condiciones de vida de las personas según el buen uso o el mal uso que se ha hecho de los nuevos descubrimientos y de las nuevas técnicas.

En estos momentos, la humanidad tiene planteados grandes retos a nivel global, muchos de ellos interrelacionados: cambio climático, guerras, desplazamientos forzados de personas, pandemia, crisis alimentaria en países de África, ... A ellos se han de añadir el reto del buen uso de los avances en inteligencia artificial, en biomedicina y en otros ámbitos científicos.

El despliegue de la inteligencia artificial nos abre nuevas posibilidades para afrontar y resolver algunos de los problemas de la humanidad. Pensemos por ejemplo en su uso en la medicina. Ahora bien, el riesgo derivado de un mal uso de la inteligencia artificial es también un reto de primer nivel para la humanidad. Lo es en muchos ámbitos, como puede ser el mundo laboral, con la previsible desaparición de muchos trabajos con el riesgo que esto lleve a la marginación de los trabajadores y trabajadoras reemplazados. O la llamada brecha digital que genera aún más pobreza y marginación a las personas que queden descolgadas de los avances informáticos. También en el ámbito de la información, con el riesgo de desinformación o de manipulación de la opinión pública. O la implantación de sistemas de control de las personas mediante sistemas de videovigilancia masiva o por medio de sistemas informáticos, con el peligro añadido de la discriminación por motivos diversos.

El uso de las redes sociales y de las nuevas tecnologías de inteligencia artificial generativas, como ChatGPT o Midjourney, puede tener aspectos positivos, pero a la vez plantea grandes peligros por su mal uso. Se puede ver afectada la privacidad, la información, la educación de nuestros hijos e hijas, la manipulación de las emociones y de las actitudes. En definitiva, se pueden ver afectados los derechos fundamentales de las personas. 

Todos estos progresos generan dilemas éticos y jurídicos que se han de afrontar. No podemos permanecer indiferentes puesto que, si no, nos encontraremos con hechos consumados impuestos por grandes corporaciones o por gobiernos autoritarios.

Las entidades de defensa de los Derechos Humanos no podemos permanecer al margen de esta evolución. Debemos defender que los beneficios de estos adelantos científicos y técnicos, entre ellos los generados por el uso de la inteligencia artificial, lleguen a todos. Ahora bien, al mismo tiempo debemos denunciar sus usos perniciosos. Por todo ello hemos de ser conscientes de que es preciso regular su uso y establecer sistemas de control para evitar abusos.

La Unión Europea está preparando la redacción de un Reglamento sobre el uso de la inteligencia artificial. Es preciso regular su uso, establecer sus límites, las actuaciones prohibidas, un sistema de control independiente y de sanción de los infractores. Ahora bien, con todo esto no será suficiente, será necesario fortalecer la educación, la formación en el uso responsable y ético de las nuevas tecnologías como instrumento también para promoción y defensa de los derechos humanos.

Joan-Maria Raduà Hostench
Miembro del Eje de Derechos Humanos de Justícia i Pau