Los disturbios de Stonewall Inn (1969): El año cero en la historia de los derechos humanos de la población LGBTIQ+
Junio es el mes de la diversidad sexual, alrededor del mundo se llevan a cabo diferentes actividades dirigidas a visibilizar y reivindicar los derechos de un colectivo que desde siglos ha sido discriminado, pero ¿por qué se celebra en esta fecha?
Todo inició la madrugada del 28 de junio de 1969, en un reconocido bar en el sector Greenwich Village de la ciudad de New York, llamado Stonewall Inn. A fines de los años 60, este era uno de los pocos sitios abiertos al público donde las personas LGBTIQ+, eran libres para expresarse. Aquí las parejas podían bailar, vestirse como les apetecía y además beber alcohol (al menos en la clandestinidad).
Su propietario se dice que era un reconocido líder de la mafia italiana que, aun sin ser parte del colectivo, si conocía del potencial económico de estos y de la escasa oferta que la ciudad ofrecía. Ahora bien, no todo era felicidad en Stonewall Inn, las redadas policiales eran cada vez más recurrentes y agresivas, a pesar de que los policiales siempre eran sobornados por la mafia para no irrumpir con el comercio, la noche del 28 de junio todo fue distinto…
Algunos policías habían ingresado previamente al bar, vestidos de civil fingiendo ser clientes, con el fin de recolectar evidencia de lo que pasaba en el interior, identificar a todo aquel que vistiera de forma contraria a su género biológico, para arrestarlos y exponerlos públicamente. Muchos de los clientes de Stonewall no eran abiertamente gais, ya que la homosexualidad era perseguida, podía ocasionar el despido de sus trabajos, sufrir de acoso, o peor aún, ser sometido a algún tipo de terapia de reconversión.
“Si te arrestaban en un lugar así podías terminar en la cárcel, o sometido a un tratamiento de electrochoque o a una lobotomía para sacarte los demonios homosexuales del cuerpo”.
Es indispensable recordar que los días previos al 28 de junio, la policía había realizado otras redadas, afectando no solo a los clientes, sino al mismo establecimiento, de tal forma; el día 24 decomisaron el licor y arrestaron a parte del staff; el día 25 nuevamente fueron arrestados algunos empleados y clientes trans, asimismo, decomisaron parte de los equipos de sonido y una máquina expendedora de cigarrillos.
Finalmente, el día 28 antes de la medianoche, las luces de Stonewall Inn empezaron a titilar como señal de advertencia a una nueva redada, esto daba tiempo para escapar, esconderse o despojarse de alguna prenda de vestir “no acorde” a su género. Pero, para sorpresa de los asistentes, los policías ya se encontraban adentro del lugar vestidos de civil.
Rápidamente sometieron a los clientes, sin que estos tuvieran oportunidad de reaccionar. El uso de la fuerza desproporcionada también hizo de esta redada diferente, pues excedía a la habitual . En vista de ello, los clientes y empleados, al sentirse engañados y cansados de estas agresiones, se rebelaron por primera vez ante los policías. Sin saberlo estaban estableciendo el punto de partida de la lucha contra la homofobia en el mundo.
"Dios sabe que nunca hubiera pateado a un policía de haber estado yo solo. Por fin estábamos contraatacando y fue emocionante"
A Stonewall Inn pronto llegarían decenas de gais, lesbianas, transexuales y queers, para sumarse a la batalla que se libraba adentro. El nivel de respuesta de aquella noche fue excepcional, y tan solo sería una pequeña muestra de lo que se avecinaba.
Al día siguiente, el bar reabriría las puertas, como era usual la mafia transaba rápidamente con las autoridades para no ver perjudicados sus intereses económicos. Contando con un nuevo “arreglo”, se esperaba que el bar pudiera funcionar sin inconvenientes. Pero, no era más que un engaño de los oficiales, estos se presentaron antes de la medianoche del 29 de junio, más preparados que en la noche anterior, con patrullas, armas y agentes, todo listo para continuar con los arrestos masivos.
Con lo que no contaba la policía, era que el rumor de una nueva redada ya había corrido por la ciudad. En el interior de Stonewall y sus alrededores, el colectivo LGBTIQ+ estaba listo para contraatacar, “era una furia con años de gestación”
Una vez las patrullas aparcaron en Stonewall Inn, cientos de personas rodearon el lugar tomando por sorpresa a los agentes. Los manifestantes sin esperar a ser atacados se abalanzaron primero sobre los vehículos, y luego sobre los mismos uniformados. No se trataba de una respuesta en defensiva, al contrario, fue una ofensiva dispuesta a llegar a las últimas consecuencias . Y así fue, los enfrentamientos duraron dos días, los destrozos se contaban por varias calles a la redonda, era claro que algo había cambiado esa noche.
“Los gays nunca habían sido una amenaza para la policía. Se esperaba que fuéramos débiles, incapaces de defendernos. Pero ahí estábamos, peleando y atacándolos”.
El miércoles 2 de julio, la calle Christopher donde se ubica Stonewall Inn, amaneció llena de grafitis que proclamaban “gay power” (el poder gay). Los incipientes grupos de derechos LGBTIQ+ de aquel entonces, crecieron rápidamente. Los movimientos de activistas y de autodefensas se multiplicaron, la consigna empezó a ser escuchada de costa a costa, ya nadie se quedaría callado. Los gais, lesbianas, transexuales y queers, exigían respeto por su orientación sexual e identidad de género.
Imitando a grupos de autodefensas afroamericanos como “Black Panther Party” (La Patrulla de las Panteras Negras), se fortalecería el ya existente grupo Pink “Panther Movement” (El Movimiento de las Panteras Rosas), el cual se enfrentaba a grupos LGBTfóbicos. Este movimiento inspiro años después a otros grupos de autodefensas más radicales, como “Bash Back” (Devuelve el Golpe), o “Pink Pistols" (Las Pistolas Rosas), el cual promueve el porte y entrenamiento en armas de fuego para personas LGBTIQ+, bajo el lema “los gais armados, no son pateados”.
Después de aquellos disturbios, los titulares de la prensa americana por primera vez publicaban noticias sobre la reivindicación de los derechos de la comunidad LGBTQI+, pero esta vez en el ámbito social, y sobre todo en lo político. Los gais ante las instituciones públicas.
El impacto de los disturbios de Stonewall Inn también repercutió a nivel internacional, en poco tiempo se fundaron los primeros Frentes de Liberación Homosexual (FLH), en Gran Bretaña, Argentina, Francia, Alemania y España. Personajes como Harvey Milk, les demostrarían a millones de gais en el mundo que era posible soñar con un mejor futuro profesional, al convertirse en el primer hombre abiertamente gay en ser electo para un cargo público en los Estados Unidos. Lamentablemente su asesinato también recordaría que la lucha apenas comenzaba y no sería sencilla.
Un año después, el 28 de junio de 1970, la gente volvió a Stonewall Inn para conmemorar el primer aniversario de aquellos hechos, se le llamó “el Día de la Liberación de la Calle Christopher”. Aquella manifestación es recordada como la primera celebración del hoy llamado Pride (Orgullo), y sirvió como catalizador de otros movimientos y acontecimientos en todo el planeta.
Stonewall Inn cerró sus puertas durante muchos años, debido a los conflictos legales suscitados en las manifestaciones, su conocido vínculo con la mafia y los sobornos policiales que denotaban un claro hecho de corrupción estatal; no obstante, una década después, reabriría sus puertas, esta vez como un símbolo de la lucha y la resistencia contra la discriminación y odio hacía la comunidad LGBTIQ+.
Con ocasión del 50º aniversario de los disturbios, el expresidente Barack Obama, declaró a Stonewall Inn como el primer Monumento Histórico Nacional del colectivo LGBTIQ+ en el país. "Stonewall será nuestro primer monumento que contará la historia de la lucha por los derechos de la comunidad de homosexuales, lesbianas, bisexuales y transexuales LGTB” . Ese mismo año también tuvo lugar la histórica declaración del Departamento de Policía de la Ciudad de New York, en la cual se pidió disculpas públicas a toda la nación por los hechos ocurridos .
Hoy en día quedan para la memoria algunos relatos fantásticos convertidos en leyendas, como el de una mujer lesbiana, la cual, antes de ser detenida por una patrulla, se enfrentó cuerpo a cuerpo durante casi 10 minutos a varios agentes de policía, sin que estos pudieran reducirla, o el “carterazo” que recibió un oficial en la cara a manos de una mujer trans afro, después de que este la empujara a la calle.
Ahora bien, un dato que no debe ser olvidado de Stonewall es la valentía con la que los manifestantes en su mayoría afroamericanos y latinos se enfrentaron aquella noche. El escritor y activista Edmund White mencionó: “los homosexuales blancos de clase media, como yo, jamás se hubieran atrevido a responder a las agresiones de los policías.
La lucha por los derechos gais escribe sus primeras páginas con sangre negra y latina.
Desde entonces y hasta hoy, la conquista por los derechos de la comunidad LGBTIQ+ ha alcanzado en un corto periodo un desarrollo como en ninguna otra etapa de la humanidad. “Los disturbios de Stonewelll son para los gais, lo que el asalto a la Plaza de La Bastilla representa a la Revolución Francesa”.
En la actualidad, solo unos cuantos países contemplan en sus ordenamientos penales alguna disposición dirigida a proteger a la comunidad LGBTIQ+ de actos de discriminación u odio, por otro lado, en cuanto a derechos civiles, las uniones maritales entre parejas del mismo sexo solo son legales en 30 países, el último en unirse a la lista fue Suiza, en donde la norma empezó a regir el pasado 1 de julio. Ahora bien, existen algunos países que no solo no protegen a las personas LGBTIQ+, sino que los criminalizan y castigan con prisión o incluso con la pena de muerte.
Derechos como el matrimonio igualitario o la prohibición de la discriminación son tan solo algunos derechos del amplio catálogo de derechos que reclama el colectivo LGBTIQ+, y que aún están en fase de “conquista”. Es por ello que la voz de protesta no debe ser callada. Incluso aquellos que viven en países con plenas garantías de libertad y respeto no deberían guardar silencio.
Ninguna persona ya sea heterosexual, homosexual, transgénero, no binario, etc., debería callarse mientras exista un hombre o mujer en cualquier parte del mundo siendo atacado por su preferencia sexual o identidad de género. La voz de los que siguen siendo oprimidos debe ser replicada por todos, hasta que consigamos vivir en un mundo donde no haya miedo de expresar quién eres.
En tal medida, cada vez que se cuestione la pertinencia o necesidad de esta celebración debemos destacar que aún hay mucho por hacer. Aunque lo alcanzado parezca suficiente, lo cierto es que no lo es, y está lejos de serlo.
Wilmer López
Coordinador del Equipo de Incidencia en Derechos Humanos
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