Àngel Miret i Serra
ESTADOS DE OPINIÓN

Tiranos

Napoleón, Stalin, Franco, Hitler, Mussolini, Mao, Castro, Pinochet, Husein, ahora Putin…, la relación de tiranos es inacabable, personas sin otra aspiración que la de alcanzar un poder absoluto y mantenerlo a cualquier precio, pero que siempre justifican su megalomanía con ideologías a favor del “pueblo” al que dicen representar, que en su imaginario es simplemente una masa amorfa y esclava, simples fichas de un juego siniestro, a la que hay que dirigir y la vida de la cual no tiene ningún valor. Sin embargo, estoy convencido de que según cuáles hubieran sido las circunstancias, a la mayoría de ellos no les habría importado modificarla si con ello favorecieran sus ansias de omnipotencia.

El número de tiranos que han pasado a la historia es limitado, pero otros muchos no lo consiguieron porque, pese a haberlo codiciado, no alcanzaron los sueños de grandeza o los ejercieron en un ámbito limitado. Me pregunto si todos tenemos en un espacio recóndito de nuestro ser un dictador. Digo esto por alguna experiencia que casi todo el mundo ha vivido con mayor o menor intensidad: personas que han alcanzado un cierto poder – por humilde que sea – y que lo ejercen implacablemente, sin ningún respeto por los demás. Pienso en algunos funcionarios, policías, jueces, empleados de banca... Ningún espacio laboral, familiar o social está libre de la presencia de estos pequeños dictadores. Exagero – dirán algunos – porque hay mucha distancia entre estos y los sanguinarios dictadores.

Quizás sí, pero me queda la duda de cómo puede emerger y evolucionar el aspirante a dictador de cada uno si el contexto le favoreciera. Recuerdo, por ejemplo, al serbio Karadzic que, antes de la guerra de los Balcanes, ejercía de psiquiatra y escribía poesía, y que se convirtió en un despiadado genocida.

Combatir estas tendencias requiere de una democracia fuerte, no solo desde una perspectiva formal, sino sobre todo de que los valores y principios que la fundamentan - libertad, justicia, fraternidad, igualdad - sean profundamente interiorizados por la inmensa mayoría de la ciudadanía. Y es que yo creo en la frase de Churchill: "la democracia es la peor forma de gobierno si se exceptúan a las demás".

Los tiempos actuales nos inquietan porque no parece que se haya consolidado la convicción de que la democracia sea el sistema político indiscutible. Surgen por todas partes personajes a los que el contexto político no permite expresar claramente todo lo que piensan, pero de los que intuimos que no rechazarían, si pudieran, el ejercicio de un poder absoluto e implacable con los adversarios.

Debemos estar alerta. Es nuestra responsabilidad, la de todos, evitar que los aspirantes a tirano logren sus objetivos.
 

Àngel Miret i Serra
Miembro de Justícia i Pau Barcelona